.............................................................................................
Bombones
- Siento haber estropeado la velada – decía Ringo mientras se rascaba la espalda
Su aspecto no podía ser más lamentable, pálida, sin maquillar, despeinada, llena de ojeras, sentada en aquel sofá arropándose con una triste mantita.
- No pasa nada – dijo sonriendo Karasu – lo importante es que te pongas bien pronto
- Pero era nuestro aniversario, se suponía que iba a ser una cena romántica y… te has pasado la noche cuidando de mí… ¡mira que coger una gastroenteritis precisamente ayer!
- No pasa nada – repitió Karasu sonriendo – Ya lo celebraremos cuando estés bien. Por cierto, esta mañana mientras dormías fui a buscarte algo… Toma, para cuando te pongas bien y puedas comer.
Karasu le enseñó una caja de bombones. Pobre Karasu, se había pasado la noche en vela, arrodillado con ella en el servicio, sujetándola el pelo mientras vomitaba, dándole ánimos, a penas había descansado y aún así siempre tenía detalles que la sorprendían. Ringo se abrazó a él.
- ¿Para qué quiero bombones si tengo al chico más dulce de Kizuna?
El enfado
Karasu miraba con cara de enfado a aquel grupo de amigas... Amigas no era la palabra que utilizaría, que una amiga de verdad nunca humillaría así a otra; no, esas solo eran conocidas de Ringo y por casualidad, solo porque eran compañeras de trabajo. Allí estaban diciendo aquellas frases hirientes y burlándose muy disimuladamente de ella, y no le molestaba que estuviesen hablando de él.
No, no era eso lo que le molestaba. Lo que le molestaba de verdad era ver a Ringo mordiéndose la lengua para no soltar cualquier barbaridad y mandarlas a un sitio no muy elegante. Y lo hacía porque no quería poner el riesgo su trabajo y a Karasu le dolía; le dolía porque conocía como nadie a Ringo y sabía que no aguantaría mucho tiempo más.
Furioso sacó su cartera y pagó la cuenta. Se acercó a Ringo y sin decir nada, la cogió del brazo obligándola a levantarse. Seguro de sí mismo pasó una mano por detrás del cuello de su novia y otra rodeando la cintura y la besó de una forma apasionada y profunda, sin dejar reaccionar a Ringo y solo apartándose de ella cuando notó que la estaba empezando a asfixiar.
- Vamos a casa Ringo – dijo con voz profunda y exigente viendo las caras de envidia de aquellas arpías.
Porque nadie, nadie, menospreciaba a Ringo delante de él.
Egoísta
- ¿Cómo estoy? – preguntaba satisfecha de su aspecto Ringo.
- Linda.
- ¿De verdad? – repetía mimosa.
- Muy linda.
Karasu la abrazó mirándola con cara de bobo.
- Pero ahora te vas a cambiar de vestido.
- ¿Por qué? ¿No decías que estoy bien?
- Si. Por eso te vas a cambiar.
- ¿Le pasa algo a mi vestido?.
- Que te queda demasiado bien.
- Pues entonces no me cambiaré.
Pero por más que Ringo se negó a cambiarse de vestido al final terminó saliendo a pasear con unos sencillos pantalones y una camiseta. Que Karasu era muy egoísta y cuando decía que Ringo era solo para él, significaba que nadie, solo él, podía verla así de guapa y bueno... no pasaba nada porque de vez en cuando Ringo le siguiese el juego, él se quedaba satisfecho y ella... ya obtendría algo a cambio.
- Siento haber estropeado la velada – decía Ringo mientras se rascaba la espalda
Su aspecto no podía ser más lamentable, pálida, sin maquillar, despeinada, llena de ojeras, sentada en aquel sofá arropándose con una triste mantita.
- No pasa nada – dijo sonriendo Karasu – lo importante es que te pongas bien pronto
- Pero era nuestro aniversario, se suponía que iba a ser una cena romántica y… te has pasado la noche cuidando de mí… ¡mira que coger una gastroenteritis precisamente ayer!
- No pasa nada – repitió Karasu sonriendo – Ya lo celebraremos cuando estés bien. Por cierto, esta mañana mientras dormías fui a buscarte algo… Toma, para cuando te pongas bien y puedas comer.
Karasu le enseñó una caja de bombones. Pobre Karasu, se había pasado la noche en vela, arrodillado con ella en el servicio, sujetándola el pelo mientras vomitaba, dándole ánimos, a penas había descansado y aún así siempre tenía detalles que la sorprendían. Ringo se abrazó a él.
- ¿Para qué quiero bombones si tengo al chico más dulce de Kizuna?
------------------------------------------
El enfado
Karasu miraba con cara de enfado a aquel grupo de amigas... Amigas no era la palabra que utilizaría, que una amiga de verdad nunca humillaría así a otra; no, esas solo eran conocidas de Ringo y por casualidad, solo porque eran compañeras de trabajo. Allí estaban diciendo aquellas frases hirientes y burlándose muy disimuladamente de ella, y no le molestaba que estuviesen hablando de él.
No, no era eso lo que le molestaba. Lo que le molestaba de verdad era ver a Ringo mordiéndose la lengua para no soltar cualquier barbaridad y mandarlas a un sitio no muy elegante. Y lo hacía porque no quería poner el riesgo su trabajo y a Karasu le dolía; le dolía porque conocía como nadie a Ringo y sabía que no aguantaría mucho tiempo más.
Furioso sacó su cartera y pagó la cuenta. Se acercó a Ringo y sin decir nada, la cogió del brazo obligándola a levantarse. Seguro de sí mismo pasó una mano por detrás del cuello de su novia y otra rodeando la cintura y la besó de una forma apasionada y profunda, sin dejar reaccionar a Ringo y solo apartándose de ella cuando notó que la estaba empezando a asfixiar.
- Vamos a casa Ringo – dijo con voz profunda y exigente viendo las caras de envidia de aquellas arpías.
Porque nadie, nadie, menospreciaba a Ringo delante de él.
-------------------------------------------
Egoísta
- ¿Cómo estoy? – preguntaba satisfecha de su aspecto Ringo.
- Linda.
- ¿De verdad? – repetía mimosa.
- Muy linda.
Karasu la abrazó mirándola con cara de bobo.
- Pero ahora te vas a cambiar de vestido.
- ¿Por qué? ¿No decías que estoy bien?
- Si. Por eso te vas a cambiar.
- ¿Le pasa algo a mi vestido?.
- Que te queda demasiado bien.
- Pues entonces no me cambiaré.
Pero por más que Ringo se negó a cambiarse de vestido al final terminó saliendo a pasear con unos sencillos pantalones y una camiseta. Que Karasu era muy egoísta y cuando decía que Ringo era solo para él, significaba que nadie, solo él, podía verla así de guapa y bueno... no pasaba nada porque de vez en cuando Ringo le siguiese el juego, él se quedaba satisfecho y ella... ya obtendría algo a cambio.